La interpretación: el yo historiador y la re-vuelta – Luis Herrera Abad
En: Seminario Psicoanálisis Contemporáneo. Desarrollos recientes en la técnica psicoanalítica
15 de junio de 2013
El psicoanálisis desde su origen siempre se distinguió por ser contestatario, diríamos que desde sus inicios fue conquistador e iconoclasta. Sumergirse en él requiere entonces de cierta audacia y, al mismo tiempo, de cierto rigor. El texto psicoanalítico, si se tratara de un paciente o de un escritor, podríamos decir que no le pertenece a aquel que lo escribe sino a aquel que lo lee o a aquel que lo reconstruye.
Es un acto creativo compartido que se ubica en una temporalidad especial en donde el concepto de tiempo pasado, presente y futuro, que es visto en la vida cotidiana como lineal y mecánico, se transforma en el análisis en un concepto dialéctico que da lugar a la posibilidad de encontrar causalidades y donde el futuro y el pasado se condicionan recíprocamente dándose mutuamente significado en un presente. Sin esa temporalidad no sería posible entender el psicoanálisis como un método terapéutico puesto que solo así es posible modificar la historia en una nueva dinámica.
Nuestra noción del tiempo se haya construida sobre la ilusión de la sucesión constante e interminable de momentos como experiencias vividas de diversas maneras y en diferentes áreas de la vida. Una experiencia, un suceso, dejan su marca en tanto son significativos, y algo se vuelve significativo en relación con lo ocurrido antes del suceso o lo que ocurrirá más tarde. Podríamos agregar que la historización analítica que opera en un movimiento retroactivo, tiende a sustituir una historia que podríamos llamar falsa por una que podríamos denominar verdadera. La historización tiende a establecer relaciones, el análisis intenta ligar, hacer comprensible lo vivido, especialmente lo que fue desligado por la pulsión de muerte.
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